Riesgos Financieros

Cómo definir el nivel de deuda que una empresa puede soportar…

Como todos sabemos la estrategia Financiera se toma desde el la alta dirección y la dirección financiera. Dentro de esta estrategia se determina el monto máximo de endeudamiento que la empresa podría soportar sin llegar a tener números rojos y el plazo máximo de crédito para los clientes.

En la actualidad encontramos empresas que tienen políticas de pago que van desde los 30 hasta 180 días. El riesgo que observamos en este tipo de acciones es que la empresa se quede sin recursos para poder solventar gastos.

Cuando se tiene una carta de clientes no balanceada, donde todos tus clientes te pide plazo de pago superior a los 30 días, se puede observar que la empresa tiene problemas para subsistir, aunque al final del periodo pactado la empresa vaya a recibir su compensación por el servicio o bien ofrecido. 

Cuando la empresa se encuentra en situación de falta de liquidez, solicitan un préstamo bancario con una tasa de interés fija muy por arriba de la inflación.

Este dinero solicitado ya tiene un costo para la empresa, el cual en algunos casos no se le cobra al cliente por darle crédito y cuando se realizan estas prácticas se podrá observar una utilidad menor a la esperada, ya que cuando se otorga el crédito no se contempla el interés que debió haber cobrado al cliente.

Además de la situación mencionada, se encuentran casos no tan aislados de clientes que solicitan crédito pero se demoran por más tiempo del plazo otorgado en pagar. A este tipo de clientes que son recurrentes en la práctica se le puede hacer una clasificación para que en caso de que soliciten más crédito se pongan medidas en las que se beneficie tanto la empresa como el cliente.

Es importante saber el comportamiento de la cartera de clientes para de ahí a poder determinar la estrategia a seguir con cada clasificación de clientes. Esta práctica podría ser muy útil para las empresas PYMES, ya que por lo regular el capital invertido de estas empresas es familiar.

 

Por Enrique Damian Rodriguez Aguilar.

Administrador de Riesgos